Hace un año era bien oscuro el horizonte que abría la invasión de Ucrania. Pocos creyeron en la veracidad de las amenazas de Putin y en la misma invasión, pese a los avisos de la inteligencia estadounidense sobre su posibilidad real.
Pero una vez se produjo, todavía fueron menos quienes creyeron que Ucrania resistiría, que los ejércitos de Putin sufrirían derrotas estrepitosas, y que un año después solo el dolor inmenso por lo irreparable y las pérdidas de millares de vidas ensombrecerían la esperanza vivísima en el futuro que se mantiene sobre todo dentro del país: la confianza en ganar la guerra es la respuesta inmensamente mayoritaria entre los mismos ucranios.
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Putin decidió invadir Ucrania el 24 de febrero de 2022, asegurando que se trataba de una “operación militar especial”.
Ucrania, una ex república soviética independizada en 1991, mantiene una difícil relación histórica con su vecina Rusia, y en las últimas décadas se ha acercado a la Unión Europea y la OTAN, formada en 1949 para contrarrestar a la Unión Soviética.
En 2014 Rusia invadió y anexó la península de Crimea, parte del territorio de Ucrania, y meses después rebeldes prorrusos se levantaron en el este del país, formando las repúblicas separatistas de Donetsk y Luhansk —apoyadas por Moscú—, y dando inicio a una guerra civil que aún persiste.
A un año de esta guerra, también se ha visto más de cerca a los aliados de Rusia, entre los que se incluyen Nicaragua. El mismo 24 de febrero, cuando se cumplía un año de la invasión, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución presentada por Ucrania, en la que condena la invasión de Rusia y alineado a sus vínculos políticos, Nicaragua votó en contra de esta resolución, respaldando al país liderado por Vladímir Putin.
En este episodio, realizamos un panel y conversamos con Hugo Achá, especialista en temas de seguridad global y Carlos Murillo, catedrático y analista internacional.