Voces en Libertad
Pasar cerca del emblemático edificio esquinero, color marrón, es toda una odisea. Por el mínimo movimiento que “sus vigilantes” interpreten como sospechoso, puede uno ser detenido, requisado y hasta secuestrado en el peor de los casos, a cómo les ocurrió a quienes por años lo habitaron hasta el 19 de agosto del año pasado. Se trata de la Curia Arzobispal de Matagalpa, la que se encuentra virtualmente ocupada por la policía del régimen.
Algunos visten uniformes, otros solo la rondan de civil y hay quien han visto a “centinelas que montan guardia” desde el edificio estatal del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social, INSS, filial Matagalpa, que se encuentra frente a la sede religiosa.
Estacionar su vehículo cerca no está permitido, menos aglomerarse y de ser posible pasar callado por el lugar. Los padres casi arrastran a los niños si deben pasar por ahí y los adultos que van con jóvenes o adolescentes los presionan para que al pasar por la zona, lo hagan en orden y en silencio. “Hay que evitar problemas, esos son unos abusivos”, dice un adulto mayor al alejarse del lugar.
Los operadores de la dictadura han convertido el lugar en una especie de zona prohibida, al extremo que muchos negocios que se habían instalado cerca han tenido que cerrar y trasladarse a otra zona de Matagalpa.
La residencia del Obispo preso político
La Residencia Episcopal, era la casa de habitación y de despacho del Obispo de esta diócesis, monseñor Rolando Álvarez, secuestrado por la policía que cumple ciegamente las órdenes de la familia Ortega-Murillo. El religioso es acusado ahora de cometer delitos políticos, cuando lo que hacía era defender los derechos humanos de los nicaragüenses.
La Curia matagalpina es vigilada por patrullas desde varios puntos del edificio. Cuando se les oye hablar sobre porqué están ahí, dicen que “por la paz de las familias”, pero todos en Matagalpa, saben que es por la guerra feroz que la dictadura declaró contra la iglesia Católica nicaragüense.
De acuerdo con el historiador Eddy Khül Aráuz, este edificio de la Curia Episcopal es uno de los más emblemáticos de Matagalpa. “Fue construido a inicios del siglo XX. Desde los setenta alberga El Ateneo de Matagalpa, instalado en 1975 por el entonces obispo de origen italiano Julián Barni”, escribe el académico en un libro sobre Matagalpa.
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Relató que el salón de El Ateneo “fue inaugurado para la promoción del arte literario, danzante y cultural de la región y en su pared principal cuelga un lienzo al óleo, presuntamente invaluable, llamado ´La Sagrada Familia´, atribuido al pintor español del siglo XVII Bartolomé Murillo”.
El secuestro del obispo y sus acompañantes
El edificio se ubica en la denominada “zona del túnel”, es decir, en la avenida Bartolomé Martínez o calle de los bancos y se extiende en poco más de un cuarto de manzana de territorio.
“Según una leyenda de la Matagalpa rural, El Ateneo se conecta subterráneamente con la catedral San Pedro Apóstol por un túnel. No obstante dicha estructura bajo la superficie de la ciudad, aún es desconocida por el público”, recordó.
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Por dentro, el edificio de la Curia Episcopal tiene una capilla exclusiva para celebraciones eucarísticas, al menos dos auditorios para conferencias, salones de espera de amplio espacio, un jardín en el corazón de la estructura de piedra caliza, ladrillo, madera y concreto reforzado. Así mismo, tiene acondicionadas aulas de clase, oficinas, dormitorios, amplios pasillos y un moderno sistema eléctrico y de agua potable.
El edificio marrón fue sitiado en agosto del año 2022, por un contingente de policías armados, dirigidos incluso por uno de los principales represores del régimen, el comisionado general Ramón Avellán.
Antes asediaron por varios días al obispo Álvarez, su principal residente. La madrugada del 19 de agosto, la asaltaron con violencia y secuestraron al religioso y a sacerdotes que le colaboraban, seminaristas, laicos y un reportero gráfico, todos llevados a cárceles del régimen donde permanecen hasta hoy enfrentando juicios ilegales y a puertas cerradas.