Lo que se suponía sería una cumbre centrada en revitalizar las relaciones económicas y comerciales entre la Unión Europea y los países latinoamericanos y del Caribe, después de ocho años del último encuentro, terminó siendo una reunión marcada por las divisiones en torno a la guerra que ordenó Rusia contra Ucrania hace casi año y medio.
El segundo y último día de la cumbre entre la UE y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) se mantuvo eclipsado por lo que pretendía ser una enérgica resolución de condena entre los dos bloques contra la invasión.
Finalmente fue aprobada, pero como una declaración moderada, sin el respaldo de Nicaragua, y con cambios en la redacción del texto tras las reticencias de Cuba y Venezuela sobre el lenguaje empleado.
“Esta declaración ha sido respaldada por el conjunto de los países, con la excepción de uno que no ha podido suscribirlo debido a un párrafo”, declaró el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, en una rueda de prensa posterior a la cumbre.
El ferviente apoyo de Europa a la nación invadida por el Kremlin chocó con el enfoque más distante generalizado en la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe, de 33 naciones.
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La Habana y Caracas, Gobiernos con estrechos vínculos políticos y económicos con Moscú, habrían exigido cambios en el documento.
Según un borrador del texto, citado por Reuters, se eliminaron los pronunciamientos que se referían a “deplorar en los términos más enérgicos la agresión de la Federación Rusa”.
El manuscrito se limitó a referirse a “posiciones nacionales específicas” de los países representados en la cumbre, que reunió a unos 50 líderes de la UE y la Celac.
“Es importante que desde América Latina lo digamos con claridad, lo que sucede en Ucrania es una guerra de agresión, imperial, inaceptable (…) Hoy es Ucrania, pero mañana podría ser cualquiera de nosotros”, urgía el presidente chileno Gabriel Boric durante el encuentro.
Prometen ratificar a final de año acuerdo comercial entre la UE y Mercosur
Según el comunicado difundido este 18 de julio por la Comisión Europea tras la reunión, los dos bloques “reafirmaron su determinación de trabajar en pro de la celebración del acuerdo entre la UE y el Mercosur para finales de 2023, y de resolver todas las cuestiones pendientes de conformidad con las prioridades y preocupaciones de cada parte”.
La ratificación del pacto de asociación entre la UE y Mercosur –conformado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay– alcanzado en 2019, depende de que las dos partes acuerden un anexo que recalque los compromisos climáticos y la prevención de la deforestación.
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La revalidación del acuerdo está paralizada por las reticencias de Francia e Irlanda al impacto que las importaciones de carne puedan tener sobre sus ganaderos y por las demandas de la Eurocámara o Austria en la lucha contra el clima.
A inicios de esta cumbre, el presidente ejecutivo del Banco de Desarrollo de América Latina y del Caribe (CAF), Sergio Díaz-Granados, calificó de “urgente” concluir el procedimiento para aprovechar al “máximo” los negocios en un espacio económico equivalente al estadounidense.
Por ahora, las partes involucradas prometen que se logrará a finales de 2023.
En medio de los efectos económicos causados por el conflicto de Rusia contra su vecino país, la Unión Europea busca fortalecer y extender sus socios comerciales.