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“La lucha” por estirar el salario cada mes

Carmen tomó una difícil decisión por estos días; dijo que ya no iría semanalmente al mercado para las compras del hogar como antes lo hacía.

Ahora las compras las hará cada dos semanas. Piensa que el ahorro de un día de pasaje, aliviará “algo” la carga de gastos, pero además, comprará “de una vez” lo que necesita en busca de hacer que “la despensa” le rinda más.

La estrategia pasa por ser más austera con la comida de casa y así lo hizo saber a sus hijos. “Nada de desperdiciar la comida”, los amenazó. Dice la capitalina, que cada vez que va al mercado, paga dos y hasta cinco pesos más por cada producto de necesidad en su casa. “Uno compra menos y gasta lo mismo. La plata no rinde con tantas alzas semanales”, se queja la mujer de 47 años, que se gana la vida como asistente de hogar en Managua.

Carmen gana C$7.000 córdobas al mes, un salario muy por debajo del costo de la Canasta Básica de Nicaragua que el mes de agosto, cerró en C$19,515.57, según el estatal Instituto Nacional de Información de Desarrollo, (Inide) casi el triple de lo que ella gana. Para poder cubrir el costo total de la cesta básica, una familia como la de Carmen, que labora en el sector doméstico residencial, necesitaría al menos 2.7 salarios mínimos.

Peor aún. Una recopilación para este reporte, encontró que en relación al 2022 con el 2021, la canasta básica aumentó C$2.726,17 y el aumento en el caso del 2022 hasta agosto de este año, fue de C$534.02 Es decir, que en los últimos tres años, cada nicaragüense ha tenido que invertir C$3.260,19 para comprar una cesta básica que se acerca a los 20 mil córdobas.

En Nicaragua, el salario mínimo promedio apenas supera los C$8.000 y el mínimo que devenga una asistente del hogar que según el Ministerio del Trabajo, Mitrab, ubica junto a jardineros y conductores para residencias en la tabla de servicios comunales, sociales y personales, es de C$7.284,71, tras un ajuste porcentual aprobado a partir del 1 de marzo de este año.

Todo sube, menos el salario

Para quienes sustentan una familia en Nicaragua, la situación económica es difícil. Cada semana todo sube y muy pocas veces bajan los precios. La libra de frijoles que llegó a costar 16 córdobas hace menos de dos años, ahora cuesta 35 y 36 córdobas. Una cajilla de huevos que en enero del año pasado costaba entre 95 y 110 córdobas, de repente rompió la barrera de los 130 córdobas y ha llegado a costar hasta 165 y hasta 180 córdobas en marzo de este año. Actualmente cuesta entre 150 y 160 córdobas, dependiendo del tamaño.

El queso, otro producto básico en la comida de los nicaragüenses, ha sido el derivado de la leche con precio más inestable. “La mayor parte de veces para arriba”, se lamenta Carmen, al dejar la zona de los lácteos del mercado “Iván Montenegro” este lunes con menos compras de las que hizo la semana pasada, debido al espiral alcista. El queso, en marzo de este año, llegó a 115 córdobas, cuando en febrero del 2022 se pagaba por una libra entre 55 y 60 córdobas. En la actualidad, la libra de queso se encuentra entre 85 y 100 córdobas dependiendo de la variedad entre “fresco” y “seco”.

Maria Inés no pudo terminar una carrera de administración de empresas que se había propuesto con su familia. Recuerda que su madre casi “dejó el alma” sentada en una máquina de coser para que ella pudiera hacer el bachillerato y lograra una vida mejor. Pero no lo logró.

“Dejé de estudiar porque no pude seguir pagando”, dice triste. Contó que lloraron el día que ambas tomaron la decisión. “Nos rendimos un diciembre que mi mamá no encendió la máquina como lo hacía en otros años, primero enferma y después porque pocos trabajos le llegaron”, relata.

Noviembre y diciembre, eran los meses en que su casa se atiborraban de trabajos de costura; 22 pantalones para graduación, 25 togas, más de dos docenas de estolas y camisas hasta tres docenas. A ello había que sumarle “los rumbitos” rápidos que dejaban un extra para Navidad y en año nuevo, los trabajos de comienzos de clases que eran para ellas “una gran bendición”.

Pero todo eso ya es pasado. Hace poco más de año y medio, hizo un curriculum, sacó su Récord de Policía y con lo poco que había aprendido de su mamá, se fue a una zona franca a buscar trabajo. Hace seis meses es madre soltera, el papá de su hijo se fue a Costa Rica a trabajar y no le ha ido nada bien. “Apenas gana para pagar su renta y comer y si acaso, algo le manda al niño”, se queja.

Cuando se fue, la relación ya caminaba mal, por lo que no tiene esperanzas en que las remeses le favorezcan. Maria Inés dice que si algo supo hacer su madre, es enseñarle y ella, aprender rápido. “De a poquito ahí fui, volvía de clases y me le pegaba. Así aprendí a manejar la máquina”, relata para este reporte. Y claro, bastó una semana de prueba para que una empresa textil de zona franca la contratara.

María Inés gana un sueldo base de C$8.000, que puede elevar a C$9.500 con horas extras y trabajando sábados y hasta domingo, aunque tenga que sacrificar el tiempo de su hijo y su madre. “Las horas extras ayudan”, dice. “A veces ni con eso se ajusta por lo caro que andan las cosas, pero ni modo”, se consuela.

Sufrimiento en todos lados

Un economista consultado para este reporte y que pidió hacer sus valoraciones si se protegía su identidad por temor a sufrir represalia, explicó que uno puede pensar que “quienes la pasan mal en el país, son aquellos que no son profesionales y que tienen empleos en los sectores donde los salarios son bajos, pero no”, asegura. “La economía de Nicaragua anda mal, el poder adquisitivo de los nicaragüenses se ha desplomado estrepitosamente ante las alzas frecuentes de los productos”, señala.

Un Contador Público Autorizado, CPA, por ejemplo, gana en Nicaragua un promedio de C$16.000 mensuales, un médico general en el sector público puede devengar entre C$15.000 y C$18.000, ninguno supera el costo de la Canasta Básica. Incluso un médico con una especialidad que llega a ganar hasta C$32.000, no podría cubrir totalmente el costo de la canasta.

Un especialista de la salud contó por ejemplo, que al cubrir el costo total de la Canasta Básica le quedarían C$12.500, pero debe pagar C$2.900 en servicios básicos y debe pensar en colegiatura para sus dos hijos, combustible para transporte al trabajo entre otros gastos imprevistos. “Y hablamos de un buen salario, ¿Cómo le irá a quienes ganan tan poco? Pero también hay gente que no tiene trabajo fijo y están en la informalidad”, acota el economista.

Sobre ese tema del empleo, en febrero de este año, el presidente del Banco Central, BCN, Ovidio Reyes dijo ante la Asamblea Nacional que según el informe de su cartera titulado “Coyuntura económica y perspectivas”, la tasa de desempleo en Nicaragua cerró en 2,6% en 2022, nueve décimas menos respecto al año anterior que fue de 3,5%.

Durante la presentación del informe, el funcionario orteguista admitió que el empleo informal aumentó. Explicó que la tasa de empleo formal, se ubicó en 24 por ciento de la población en edad laboral, lo que se traduce en que 76 de cada 100 personas en Nicaragua, carecen de un empleo formal y que sobreviven en la informalidad o en la precariedad laboral.

“La Canasta Básica debe depurarse”

Carlos tiene 47 años y es licenciado en economía. Se gana la vida impartiendo la materia de Economía y Población como catedrático horario en una universidad privada. Asegura que la Canasta Básica, debe ser actualizada porque como indicador de economía, hay productos que deberían ser eliminados y sustituidos por otros más necesarios en el hogar.

“La gente gasta en alcohol (para fines medicinales) por ejemplo, para mantener la sanidad en casa después de lo ocurrido con la pandemia y el producto no está en la Canasta Básica. Eso significa que hay más gastos en casa”, advierte.

El catedrático recordó que han pasado 16 años desde que los sindicalistas actualizaron los productos de la Canasta Básica, con la finalidad de tratar de “igualar los salarios” al resto países de Centroamérica, estrategia que tampoco dio resultado. “Pero además de eso, hay otras realidades, el mundo ha cambiado desde el 2020”, agrega.

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Explicó que en septiembre de 2007, los dirigentes sindicales, la mayoría de corte sandinista, incluyeron una cantidad de productos en la lista de la Canasta Básica con el objetivo de argumentar un mayor ajuste salarial a los empresarios locales cuando llegara la siguiente discusión de la mesa de salario mínimo.

Irónicamente, son esos mismos sindicatos los que hoy callan sobre el desajuste entre los salarios mínimos aprobados en los últimos tres años y el espiral alcista bajo la administración del régimen de Daniel Ortega, que ya cumple 16 años en el poder de manera ininterrumpida.

“Hay productos como las vestimentas que en la actual Canasta Básica sale que se compran mensual, pero en la realidad eso no es así, por ejemplo, nadie compra mensualmente un par de zapatos o vestimenta, eso puede ocurrir cada cinco meses”, puntualiza. “Hay que ser realista en los dos sentidos, en la parte de los salarios, como también en el tema de la lista de productos necesarios para el hogar. Lo que nadie puede negar, es que las alzas han afectado los bolsillos de todos los nicaragüenses”, amplió.

Inflación desgasta poder adquisitivo

El economista nicaragüense Nestor Avendaño solía decir que “la mejor inflación es la que no se siente”, pero admite que en el país, sí se siente. En su blog, el economista señala que el mercado laboral permanece “debilitado por su elevada tasa de inactividad económica y por el deterioro del poder adquisitivo del salario medio del sector formal de la economía”.

“Es un hecho que el problema es que en Nicaragua, los ajustes salariales de los empleos existentes no amortiguan los efectos de la inflación. El otro problema, es que tampoco hay nuevos empleos”, le agrega otro economista.

En su plataforma virtual, Avendaño señala que de noviembre del 2021 a noviembre del 2022, se observa apenas un aumento del 1.31% del salario promedio mensual del empleo formal, mientras que la tasa de inflación interanual en noviembre del año pasado, había subido hasta 11.38%.

Explica el especialista que el deterioro del poder adquisitivo de dicho salario fue hasta de un 9%. Ejemplifica también que en 2017, el sector formal contaba con un salario promedio de C$10.685 y que en septiembre de 2022, este mismo salario aumentó a C$11.167. Se trató de un crecimiento de C$482 córdobas, que equivalen al 4.51% acumulado en ese período. Es decir que en cinco años, el poder adquisitivo de un trabajador con ese salario creció en menos de C$500.

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En un artículo publicado al comenzar este año, el economista señala que la inflación ya es un verdadero problema. Según sus cálculos, para entonces la tasa de inflación en Nicaragua se ubicaba en el rango de 4%, 4.5%. Según el BCN, el año 2022, cerró con una inflación de 11,59%, la más alta desde el año 2018.

Pero esos números no le dicen nada a Carmen. Ella solo piensa que al final de este mes debe ir y “hacer de tripas corazón” para que su quincena le ajuste. En tanto María Inés ya anunció en su casa que este fin de semana que viene, debe trabajar para sacar “algo más” porque está convencida como estaría toda mujer de costura de que “si no lo hace, no da la cobija”.