Pese a ser una de las ciudades que más ha sufrido la represión del régimen de Daniel Ortega, Masaya se conserva cultural y tradicional y su fe católica sigue inalterable. Desde el inicio de la cuaresma a mediados del mes pasado, las parroquias de esta ciudad han tenido que realizar su víacrucis de penitencia dentro de los templos.
Masaya contaba con una de las procesiones más representativas de la iglesia y a la que asistían miles de católicos: el tradicional viacrucis que cada viernes salía desde la parroquia Nuestra Señora de la Asunción hasta la iglesia El Calvario. Sin embargo, desde que en 2022 la dictadura canceló todo acto religioso organizado en las calles, esta penitencia ha sido sustituida con un víacrucis dentro del templo.
El año pasado, los sacerdotes fueron obligados a permanecer encerrados en los templos, sin derecho a salir en procesión. Al menos este año, algunas parroquias de Masaya han podido procesionar su víacrucis alrededor del templo, como ocurre en el caso de la iglesia Santa María Magdalena de Monimbó. Otras han podido recorrer pequeños tramos como es el caso de los parques que se sitúan frente a la parroquia como la de San Jerónimo y San Miguel, patrono y co-patrono de Masaya, respectivamente.
Aunque esa pequeña flexibilidad en las procesiones podría significar algún posible cambio en las relaciones tensas entre el clero y el régimen, un experto que pide hablar bajo anonimato, cree que la restricción a la fe, “por más pequeña que sea socava el derecho a la libertad de culto y cercena la devoción del pueblo católico”.
“Fe herida, pero de pie”
El experto en temas religiosos dijo que la dictadura de Ortega ha “herido la fe”, querido “quebrantar” las tradiciones, sobre todo de los masayas, y a pesar de eso, la feligresía sigue “enalteciendo su sentido piadoso” a las festividades religiosas, como es el caso del viacrucis de El Calvario. Aseguró que la parroquia se prepara para vivir sus fiestas patronales en Semana Santa, donde por más de cien años los devotos se congregan para participar de esta multitudinaria procesión. “Quitan las procesiones, y ahora son ellos (Ortega y Murillo) quienes llevan al pueblo al calvario porque recorrer el vía crucis alrededor del templo es sentido por muchos como un calvario o un sufrimiento”, valora el experto.
El gobierno de los Estados Unidos, uno de los actores internacionales en la denuncia por la persecución religiosa en Nicaragua, dijo que desde 2018, Ortega y Murillo “ordenaron la detención, exilio y agresiones verbales en contra de sacerdotes y obispos, a quienes tildó de criminales y golpistas”.
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De acuerdo a un informe de la investigadora nicaragüense Martha Patricia Molina, los ataques de la dictadura contra la iglesia sumaron 205 en 2023, para un total de 667 en seis años de crisis sociopolítica. Organismos internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), han expresado su preocupación por la persecución religiosa en Nicaragua. Incluso, han asegurado que “ser católico en el país es un riesgo”, sobre todo en tiempos de devoción a la fe, como es la cuaresma y adviento.
“Hablan de paz, pero hacen la guerra”
Molina documentó que solo en la Arquidiócesis de Managua, que la conforman 114 parroquias entre ellas 15 de Masaya, al menos hubo 242 ataques directos a las iglesias, sacerdotes y feligresía desde 2018. Los números son suficientes para que los masayas califiquen de “hipocresía pura” el discurso de la vocera gubernamental Rosario Murillo, quien todos los días habla de paz y reconciliación mientras recetan cárcel y destierro a los religiosos.
Para una devota de San Jerónimo, el permiso de la Policía para que las parroquias saquen en procesión el víacrucis alrededor del templo o tramos cercanos como en los alrededores de un parque, “es lo mismo” que realizar la procesión a lo interno del templo. “No se ve ningún interés de Ortega-Murillo de facilitar a la iglesia la libertad de culto. Por el contrario solo asientan su control y persecución religiosa en el país. Hablan de paz, pero hacen la guerra”, se queja.
“Decir que al menos alrededor de la iglesia, pero eso sigue siendo lo mismo. Que permitan dar la vuelta al templo, esa no es la tradición, yo he recorrido tradiciones de varias cuadras, como de San Jerónimo a su calvarito, o de Monimbó a su calvarito”, destaca la ciudadana.
Otro católico de la parroquia San Miguel de Masaya, una de las iglesias más atacadas en 2018 por policías y paramilitares, comparó a Ortega y a Murillo como “los caifás” y verdugos de Jesús. Para este ciudadano, la prohibición de procesiones y los ataques contra la iglesia católica es la representación ideal del odio que vivió Cristo hace más de 2 mil años, cuando la gente y los mismos sacerdotes, lo llevaron a su crucifixión en el calvario.
“Ahí están los caifás diciendo la ruta que va a recorrer Jesús en su viacrucis, imponiendo el gusto de los herodes: los represores, el señor Ortega y la señora Murillo. El pueblo vive una judea de la vida real, es muy triste”, criticó.
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Para el experto, los católicos del país esperan que el régimen baje la presión en esta Semana Santa. “Las liberaciones de los religiosos dan pie a pensar que es posible, pero con este régimen, no se sabe”, señala. “Vemos que la voz católica está entumecida, puede ser parte de algún entendimiento”, señala.
En el caso de Masaya, los feligreses no esperan optimistas grandes celebraciones como el día de San Lázaro, o el santo de los perros como la conocen popularmente. “La alcaldía sigue distante de la iglesia y haciendo cada quien lo suyo”, señala un tradicionalista.
El Calvario y sus fiestas reformadas
Devotos de la venerada imagen de Jesús Nazareno y de Nuestro Señor de los Milagros de la parroquia El Calvario, tampoco esperan “libertades” durante las tradiciones santas, ello aunque recientemente, fue elevado a Templo Expiatorio por el Cardenal Leopoldo Brenes.
“La gente de Masaya sufre, son fiestas cercenadas o manipuladas las que se hacen de forma paralela a la religiosa. Se entiende por pandemia o por lo de 2018, pero ahora no se entiende, quitar procesiones tradicionales de hasta 400 años como el Santo Entierro que era toda la noche, ¿Que es eso? ¿Por qué?”, reclamó inconforme un feligrés de El Calvario.