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Campesinos animados con pronósticos de buen invierno, pero les aflige la falta de mano de obra

En la zona rural de Matagalpa, los preparativos para recibir el invierno son una tradición. “Se trata de asumir una responsabilidad con la tierra, con los alimentos y con la vida”, dice don Rosendo Ochoa, un productor de hortalizas de 78 años de edad dedicado a la agricultura desde que tiene uso de razón.

Don Rosendo, dice estar convencido que esa responsabilidad se aprende “desde que uno es niño” y que se transmite por los padres y abuelos de generación en generación, pues en ella, se involucran todas las familias en cada hogar y todos los habitantes de las comunidades. 

“Es una oportunidad para conocer a Dios en su más humilde imagen”, reflexiona don Rosendo. “Se aprende a leer el cielo y las estrellas para hacer una buena siembra y obtener una buena cosecha”, añade.   

La preparación del suelo implica una serie de técnicas tradicionales que en el campo se heredan de generación en generación

Don Rosendo habla pausado como ordenando sus ideas en la mente y suele sonreír a ratos cuando conversa. “Tenemos que decir que a veces nos equivocamos cuando leemos el cielo y cuando nos equivocamos, la pasamos mal”, advierte el hombre de baja estatura, pero muy respetado en su comunidad.  “Yo siempre he trabajado la tierra, yo la veo como una madre, así la miraban mis antepasados, eso no ha cambiado”, señala. 

Preparándose para producir  

Como ocurre en la mayoría de las familias del campo, don Rosendo ya ha heredado parte de su tierra y su legado a sus hijos. “Yo tenía una parcela de 10 manzanas y poco a poco las he dado en herencia a mis hijos que son tres, para que la trabajen, y le pongan cariño.  Yo ahorita tengo 5 manzanas y he sembrado café, en otras tengo frijoles, maíz, y todo lo que siembro, lo vendo para vivir”, cuenta. 

Aseguró que para este ciclo, ya han preparado la tierra en espera de las primeras lluvias. “Aquí en el campo llueve más fuerte que en la ciudad, por eso hemos desarrollado un sistema para aprovechar las lluvias”, compartió don Rosendo.

Explicó que lo primero, es realizar algo que se llama “volteo”. “El volteo es una tradición. Se hace con herramientas básicas y de manera manual. Se trata de asegurar el buen rendimiento de la tierra. Se prepara un lecho con los nutrientes adecuados y condiciones que permitan el crecimiento y establecimiento del cultivo para su desarrollo”. 

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“Los técnicos le llaman a eso operaciones de cultivo”, señala.  “Yo prefiero llamarle siembra adecuada”, expresó.

El siguiente paso, antes de la llegada de las lluvias para preparar la siembra es lo que llaman “la escarda”. “Estamos hablando -dijo- de la eliminación de hierbas malas. Se eliminan en momentos críticos para evitar su establecimiento y que dañen al cultivo. Uno se deshace no solo de las hojas, sino también de las semillas de malas hierbas con herramientas tradicionales”, explicó.   

“Faltan manos” 

Manifestó que todo este trabajo se debe hacer en familia. Precisó que en el campo hay cada año menos gente dispuesta a cultivar la tierra, “y todo es por la migración”. “Eso nos está fregando”, se lamenta. 

“Sólo de aquí se han ido más de seis familias enteras, en otras comunidades cuatro y así…ahí están las casitas, con candado, de vez en cuando algún familiar llega a limpiarla, pero permanecen solas y cerradas, sin ningún alma que las habite”, relata. 

“Para nosotros, en mi casa, la llegada del invierno trae trabajo, es la fiesta de la tierra, y ahora hay más tristeza por los vecinos que se van a la ciudad o a otro país”, asegura.

En la zona rural las construcciones de las viviendas son de material variado, usan desde troncos robustos de árboles de madera preciosa, simplemente tablas, hasta concreto con ladrillos o piedras y metal. “Antes del invierno aquí le damos duro al mantenimiento de las casas también”, expresa doña Lucrecia Ocampo, una ama de casa que también se dedica a la venta de alimentos derivados del maíz y del frijol.

“Ya nos ha pasado que cayendo las lluvias nos hemos inundado hasta las rodillas. Las correntadas de agua aquí son peligrosas, entonces nos debemos preparar antes”, explicó. “Los chavalos se suben a los techos y lo arreglan, le dan mantenimiento; como revisar techos, ventanas y puertas para asegurarse de que estén bien aislados y protegidos contra la lluvia y también contra el frío”, explicó.